Partido por todo lo alto en el Calderón con el segundo y tercer clasificado de la BBVA debatiendo su condición de invictos. Volvió Falcao y volvió como no, para dejar su firma. En tan sólo 6 minutos el colombiano ya había perforado la meta de Caballero con un soberbio remate de cabeza en plancha. No sé dónde está el límite del Tigre. El Atlético fue mejor y pudo hacer el segundo en una primera media hora atosigante para los malacitanos. Pasado el monólogo, el equipo de Pellegrini se acercó al área de Courtois y ocurrió algo que suele ocurrir habitualmente y que me preocupa, gol. Los rivales muestran poca claridad en ataque gracias a que el trabajo defensivo rojiblanco es sumamente solidario y anula muchas transiciones ofensivas, pero necesitan pocas llegadas al área colchonera para hacer gol. Da la sensación de que Courtois no está en su mejor momento o que no es un portero de dos paradas, pero son excesivos los goles encajados para ser el equipo al que menos tiran. Para mí es alarmante.
Tras el empate se llegó al descanso y en la reanudación los intereses por la victoria seguían con un claro color rojiblanco, a pesar de la molesta presencia de Perez Lasa, empeñado en no dejar jugar. Ya cuando agonizaba el partido el atlético lanzó el enésimo corner y Falcao o Wellington, Wellington o Falcao anotaron el segundo gol local para el delirio de la hinchada. Como ocurriese en Europa, era en el descuento cuando los rojiblancos se llevaban el gato al agua, merecido eso sí, pero con la sensación de que es la inercia ganadora la que a veces finiquita el encuentro. Eso también suma.
Cierran los del Cholo la séptima jornada colíderes, con una ilusión tremenda, con una inercia muy positiva y con una filosofía clara, no importa lo de ayer ni lo que está por venir, sólo importa mañana.
Jorge Paz
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